Kilómetros
aproximados: 375.
Otro viaje, otro madrugón, a las 6
salíamos de casa y recogíamos a nuestras amigas, Sara y Mª Ángeles. Esta vez
fuimos en metro al aeropuerto, la verdad que se hizo larguito, porque tenemos
que coger el coche hasta una parada y luego hacer trasbordo; lo hicimos porque
era festivo, porque en un día laborable con la gente que va en el metro y
nosotros con las maletas, hubiera sido un poco agobiante.
A las 7’30 llegamos al aeropuerto,
allí nos juntamos con Luis y Lourdes, y sin perder tiempo a facturar. Ayer Swiss
nos envió un mail, informando que por cambio de avión del vuelo Zúrich-Belgrado,
cambiaba la configuración (de uno de 3-3, pasaba a uno de 2-2), por lo que
algunos asientos nos los modificaron; al indicar que teníamos los asientos
reservados, nos dijeron que como no era pagando (aunque iba incluido en la
tarifa), nos los podían cambiar.
Luego a pasar el control, pitamos
Lourdes y yo, a mí ya directamente me dijeron que era porque me había tocado;
me pasaron el papelito de drogas a mí y al bolso y ya está.
En el Duty Free, compre una bolsa de skittles, unos caramelitos muy ricos
(son como mini sugus), que desde el año pasado que los probé en la fiesta de
Halloween de Disney, me encantan; aquí se ven en algunas partes, pero no son
muy conocidos, y además en el Duty Free es tamaño familiar.
Desayunamos unos cafés y unos bollos,
y sin mucho tiempo para entretenernos al embarque. El vuelo salió puntual a las
9’15 y en vez de llegar a su hora que era las 11’20, llegamos con unos 15
minutos de adelanto; para comer nos dieron una especie de quiche de verduras,
que al estar calentito estaba bastante rico.
Al bajar del vuelo y salir del túnel, nos
encontramos con una puerta cerrada que nos hizo perder unos 5 minutos. El
aeropuerto de Zúrich no es excesivamente grande (tiene forma de U), y teníamos
una hora entre los dos vuelos, pero nos tocó ir de una punta a otra, y
perfectamente nos llevó 20 minutos, incluso algo más; pero fue tiempo
suficiente para llegar sin agobios.
Control de pasaportes y al poco
embarcamos, vuelo en hora también, las 12’15. Ya nos habían dado al salir de
Valencia las tarjetas de embarque de este vuelo (con los asientos cambiados a
los reservados), pero al pasar la tarjeta de embarque a muchos les salía un
papelito que les volvía a cambiar de asiento; al final de nuevo vuelo
configuración 3-3 (como era inicialmente); para comer un bocatita de queso,
algo durillo porque esta frío. Llegamos puntuales a las 14’00.
Pasamos el control de pasaportes en un
par de minutos, esperamos las maletas un ratillo y mientras cambiamos algo de
dinero (10 €) en un cajero de esos de cambio, en los que se meten los billetes,
y nos salió el cambio a 113 dinares serbios (el cambio real estaba a 118), que
no estaba mal; queríamos tener algo de moneda para la autopista.
Y ya con nuestras maletas salimos a la
zona de alquiler de coches, pensamos que habíamos cambiado muy poco dinero, así
que cambiamos otros 10 € en otro cajero igual, que nos hizo un cambio muy
similar al primero.
Como en los aviones habíamos comido,
en ese momento no teníamos hambre, pero compramos unas galletas y agua para
cuando nos entrara hambre en el viaje.
Una vez en la pequeña oficina de Hertz,
comenzaron los problemas. Al hacer la reserva habíamos pagado 612 € y luego
allí había que abonar 195 € por el seguro a todo riesgo sin franquicia y el
conductor adicional; una vez allí nos querían retener 2.700 € de depósito
(habíamos acordado con Hertz que no había deposito al contratar el seguro sin
franquicia), o pagar 400 € y dejar 700 € de depósito. Al final tras un buen
rato de discusión pagamos 200 € y dejamos 700 € de depósito.
No habíamos empezado nada bien, pero
todavía nos quedaba lo peor; en la oficina nos recomendaron que cuando no
estuviéramos en marcha, quitáramos la caratula del radio-cd, porque la batería
se podía descargar; eso sonaba fatal.
Resulta que la furgoneta (una
Volkswagen Multivan) estaba hecha polvo, tenía 108.000 kilómetros y para
empezar no arrancaba, cuando consiguieron arrancarla, al pararla para volver a
arrancarla daba muchos problemas, tras nuestras protestas, ni cortos sin
perezosos, delante de nuestras narices se fueron a otro coche, le quitaron la
batería y se la pusieron a la furgoneta. Cada vez que les decíamos que como era
posible eso, ellos contestaban que al traerla del lavadero, era cuando les
había pasado; otra mentira, porque el coche hacía bastante días que no había
visto el agua.
Nuestro cabreo iba aumentado, y viendo
aquello nos pusimos a comprobarlo todo al detalle, y la cosa no acababa ahí,
una luz fallaba, el limpia iba mal, al aire acondicionado le costaba coger
frío; el vehículo no nos gustaba nada. Les pedimos que nos dieron otro, ellos
alegaban que no tenían más, la única solución que nos daban era que al día
siguiente la revisara un mecánico, algo que no aceptamos porque esa noche
nosotros no dormíamos en Belgrado si no en Zagreb, y porque a esas alturas no
nos fiábamos de que el mecánico le echara un simple vistazo o que ni la mirara
y nos dijera que estaba arreglada. Mientras, allí teníamos a un empleado que de vez en
cuando nos daba el papel para que le firmáramos nuestra aceptación.
Desde el principio la furgoneta no nos
convenció, porque 108.000 kilómetros para un vehículo de alquiler son muchos, y
viendo todos los problemas que iban saliendo nos mantuvimos firmes en que no la
íbamos a coger, porque dos semanas de ruta con ese vehículo, no nos daba
ninguna seguridad. Accedimos a cogerla y cambiarla al día siguiente
en Zagreb, pero ellos nos decían que allí no tenían oficina, otra mentira más.
Viendo que no nos daban solución,
porque nosotros les decíamos que ese vehículo no estaba correcto, que nos
dieran otro, que si no tenían que fueran a otra compañía, y ellos decían que no
tenían otro, que lo máximo que podían ofrecernos es que mañana lo revisara un
mecánico (porque como era domingo, según ellos no tenían servicio de mecánico);
decidimos llamar a Hertz en España.
A pesar de que la llamada nos iba a
costar carísima, no vimos otra solución, les contamos el problema y al final
ellos hablaron con uno de Hertz y rápidamente fueron a alquilarlo a otra
compañía, ni disimularon, fueron directos a una, en concreto Uni Rent. Nos dieron una
Opel Vivaro con 8.000 kilómetros, eso ya era otra cosa, fueron muy rápidos y el
trato fue muy correcto.
En aquellos momentos ya se inició la
reclamación y se dejó abierta hasta nuestra vuelta a España, cuando
aportaríamos la documentación. Desde Hertz España nos dijeron que nos
devolverían la diferencia (porque el segundo alquiler hubo que pagarlo y era más
caro que el de Hertz) y el importe de la llamada. Hacia el final del viaje
Hertz nos devolvió el importe de su alquiler. Sobre la reclamación después de
mes y medio, y tras varios mails con Hertz (con contestaciones desde España,
desde Serbia y desde Estados Unidos), nos han dicho que no nos devuelven nada,
que no nos corresponde; así que al final, hemos pagado 250 € más por la furgoneta
y unos 50 € de la llamada telefónica. La verdad que hemos quedado bastante decepcionados con
Hertz, en el momento nos sacaron del apuro (menos mal), pero luego nada de nada;
esperábamos algo más de una compañía internacional.
Al final perdimos algo más de dos
horas, y acabamos saliendo a las 5’20; por delante teníamos cuatro horas de viaje
hasta Zagreb. En una hora más o menos llegamos a la frontera (nuestra primera
frontera del viaje) y tardamos casi una hora en cruzarla, era domingo y viendo
lo cargados que iban los coches, parecía que mucha gente de Croacia volvía de comprar
en Serbia. Allí en la frontera vimos atardecer.
El trayecto fue todo por autopista y
se nos hizo bastante aburrido, sobre todo cuando se hizo de noche. En la parte de
Croacia el asfalto bastante bien, pero en la parte de Serbia, sobre todo el carril
derecho, estaba bastante hecho polvo. La autopista de Serbia la pagamos con los
dinares serbios que habíamos cambiado en el aeropuerto (370 RSD, poco más de 3
€ al cambio). Y la autopista de Croacia, la pagamos con la tarjeta Revolut (193
HRK, al cambio unos 26 €), corríamos el riesgo de que no funcionara y nos
tocara pagar con una de las de nuestros bancos (cosa que no nos hacía gracia),
pero la aceptó a la primera.
Poco más de las 10 de la noche
llegamos a Zagreb, al GARDEN HOTEL, aparcamos en el hotel (en un espacio
bastante justo para la furgoneta), dejamos maletas y a cenar sin perder tiempo.
Como ya se había hecho tarde, la
opción más segura era ir a McDonald's que nos pillaba a unos 10 minutos andando.
Los menús de los seis y un par de helados, nos costó 281 HRK (cada uno salimos
a 6 €).
De vuelta en el hotel, repartimos la
ropa que habíamos distribuido en las maletas (una opción que siempre hacemos
cuando viajamos varias personas); a mí me daba un poco de inseguridad el tema
del equipaje, porque al llegar a un país y rápidamente irnos a otro, me temía
que como nos perdieran alguna maleta, no la veríamos hasta el final del viaje;
así que cada uno llevó su maleta de mano bien llena y parte de la ropa
repartida en las otras maletas. En total llevábamos tres medianas-grandes, y por suerte no perdieron ninguna.
Juntamos el dinero para cambiar mañana
y sobre la 1 a dormir, el día había bastante largo y el incidente del alquiler
de la furgoneta nos había agotado.
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